La vida - Un
Precioso Regalo
¿En
qué momento de la vida uno empieza a escribir de ella? Viniendo de una una familia de 13 niños, todos los días
eran momentos de risa, de lágrimas y riñas sobre temas aún no vividos
o experimentados. De alguna manera nos hemos formado a nosotros mismos
para viajar unidos en nuestras vidas adultas trayendo a nuestro lado
muchos de los recuerdos maravillosos de nuestros tristes y gozosos
días.
Pero, mi adolescencia de vida placentera, repentinamente se acabó
cuando llegué a los quince. En ese año mi madre falleció y grandes cambios
sobrevinieron en nuestra familia. Era nuestra edad de la escuela, no
obstante, tres eran muy jóvenes para asistir a ella. Durante el
funeral, parientes y amigos cercanos, voluntariamente se ofrecieron para
adoptar y hacerse cargo de las menores. Pero, la respuesta de Papá era finalmente:
"No, gracias, todos nosotros permaneceremos juntos"
Dos semanas después de la muerte de la madre, el nuevo año escolar comenzó,
y Papá contrató una señora para venir y ayudar al cuidado de las tres
menores que quedaban en el hogar, Vera la menos de dieciocho meses de edad y
las otras de tres y cinco años. Todos nosotros extrañábamos mucho a
nuestra madre, pero a Vera no le consolaba. Lloraba todo el día mientras nosotros
estábamos fuera de casa. Papá también tuvo que alejarse de la familia
por su negocios. Después del primer día de escuela, mi padre me pidió que
permaneciera en al hogar hasta que Vera se adaptase a la nueva madre sustituta. Pero tan pronto como nosotros
salíamos de casa, ella quedaba en un estado inconsolable hasta que
regresábamos.
De forma que me convertí en la madre de las tres, hasta que las otras
regresaban de la escuela. Mi papá estaba agotado, cuidando de las tres, haciendo la
colada de la familia, horneando pan suficiente para nuestras comidas, más
rodajas extras para todos esos bocadillos para la escuela. Cuando los
mayores regresaban de la escuela cada uno tenían una tarea para hacer.
Ejemplo: los muchachos hacían las tareas de la granja, mientras
las niñas ayudaban en la cocina y en la plancha, etc.
Después de ese año en casa, volví a la escuela junto a mis otras
hermanas, y cuando se graduaron, tomaron la responsabilidad de cuidar de
la familia.
Después que me gradué en la escuela superior, me alejé para estudiar
enfermería. Mientras era una estudiante de enfermera, me llegó la
inspiración de entrar en una comunidad religiosa. Me convertí en una
Hermana Franciscana en Rochester, Minnesota y pronto una enfermera
titulada. Desde ese momento se me abrieron muchas
oportunidades de servir como enfermera y religiosa para muchas personas.
Ejercí como supervisora de obstetricia en un pabellón de cincuenta
camas durante veinte años, para más tarde y a lo largo de veinte y
tres años me lo pasé enseñando salud y ayudando al pobre abandonado y enfermo en las calles,
en sus casas, en las prisiones, en las
clínicas, y hospitales de Guatemala, Colombia y Perú. Incluso en los
estados Unidos he tenido la suerte de encontrar a muchos pacientes,
oriundos de muchos países extranjeros, que se han convertido en eternos
amigos.
He procurado vivir la lectura bíblica del profeta Isaías: "Él me ha
ungido para dar la buena noticia a los pobres, la libertad a los
cautivos, devolver la vista a los ciegos, y la libertad a los presos."
La historia corta de mi vida - Hermana Dora.
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