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         Manchas
        y “monsergas”
        
         
        LA
        VANGUARDIA - 02.46 horas - 07/12/2002
        
         
        REMEI
        MARGARIT
        
         
        Desde
        que el “Prestige” empezó su vertido de fuel al mar han pasado tres
        semanas. Ahora, la marea negra ya abarca toda Galicia, parte de Asturias
        y se acerca a Portugal y a Francia. Un profesor de la Universidad de A
        Coruña cifra en 50.000 toneladas el fuel derramado. Frente a esa
        tragedia ecológica, las gentes de la costa gallega luchan a brazo
        partido recogiendo, con sus manos, el fuel que el mar deposita en sus
        playas. Las barcas salen al mar a recoger basura negra, los contenedores
        que un mes antes se utilizaban para la pesca sirven ahora para almacenar
        toneladas de fuel. El fuel es tóxico y se requieren trajes especiales,
        guantes y mascarillas para acercarse a él. De todas partes y de varios
        países llegan voluntarios para ayudar pero les faltan los mínimos
        utensilios, como mascarillas, guantes, trajes protectores e incluso
        palas. De Europa llegó una pequeña empresa con maquinaria preparada
        para el trabajo, aunque su jefe dijo ante el micrófono de TV3 que el
        Gobierno español no le había contratado, que si no los contrataban
        podrían hacer poca cosa porque estaban allí tan sólo por poco tiempo. 
         
        A todo eso y desde el primer momento de tomar decisiones, Mariano Rajoy,
        en nombre del Gobierno, dijo cosas como que no había marea, que tan
        sólo había “manchas” de fuel y que el “Prestige” hundido ya no
        soltaría más fuel al mar porque se solidificaría. Por otra parte,
        algunos de los ministros se hallaban “descansando” en Doñana y en
        Baleares, y el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, decidió irse de
        cacería a Aranjuez cuando el mar ya estaba ennegrecido. Dos semanas
        más tarde, con el desastre afectando a casi toda la costa gallega, el
        mismo presidente de Galicia dijo, frente a las cámaras de TV3, que
        basta de “monsergas”, que en Galicia había muchas otras cosas de
        que preocuparse. Y se fue a Madrid a presentar un libro. Y gracias a los
        reporteros de muchos medios de comunicación se ha ido sabiendo de la
        tragedia diaria y del trabajo agotador de todos los habitantes de la
        costa gallega que intentan retirar el veneno de sus costas, de su
        desesperación porque no podrán faenar en mucho tiempo en su ya
        arriesgado trabajo en el mar y por encima de todo del abandono de que
        han sido objeto en su desgracia por parte de los gobiernos central y
        autonómico, que parece que tienen cosas más importante que resolver,
        con todos los medios a su alcance, (que los tienen o deberían tenerlos,
        es tan sólo cuestión de contratos y de dinero para personal
        cualificado y, eso sí, personas capacitadas para coordinarlo) y que
        dejan pasar los días y las semanas sosteniendo que el “Prestige” ya
        no pierde fuel, cuando es obvio, por las fotografías del satélite, que
        siguen emergiendo manchas donde se hundió el barco. 
         
        No sé a qué obedece ese intento de negación y minimización por parte
        del Gobierno de ese gran desastre ecológico. Desde Bruselas, se va a
        prohibir el paso de esos barcos basura por aguas territoriales de la
        comunidad, pero han hecho falta varios desastres ecológicos para tomar
        esas medidas, ¿por qué no se ha hecho antes? Desde luego ni una
        palabra por boca de Loyola de Palacio de crítica contra la ineficacia e
        ineptitud del gobierno español ante el desastre. Y como guinda, hasta
        ahora que escribo estas líneas, Aznar no ha puesto ni un pie en el
        lugar de la tragedia. Eso ya no es cuestión de protocolo, es cuestión
        de querer hacerlo. 
         
        Gobernar, además de dictar leyes, es hacer frente con eficacia a las
        adversidades que van surgiendo y estar al lado de los gobernados.
        Desgraciadamente, una vez más, no es ése el caso. 
        
         
        R.
        MARGARIT, psicóloga y escritora
         
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