Curiosamente, la mayoría de estos carteles se situaban en lugares estratégicos, especialmente en interiores de establecimientos en donde podían ser vistos por los clientes potenciales de los productos que anunciaban. Ello conllevaba a que la publicidad era más selectiva, o, en otras palabras, no se anunciaba un limpiametales en una cafetería, ni un anís en una droguería.

Tal vez los transportes públicos daban acogida a tales carteles, pero, en absoluto suponía la invasión publicitaria a la que ya nos hemos acostumbrado.

También es de destacar que Cataluña fue el centro de creatividad por excelencia. Obviamente por ser, especialmente a la burguesía catalana, a quienes iban dirigidos dichos productos.

Esta página es en sí, una mezcla de recuerdo sentimental de mi infancia y homenaje a quienes hicieron del anuncio una obra de arte.